lunes, 19 de septiembre de 2011

Suor Angelica y Pagliacci

Puccini y Leoncavallo, reunidos por Buenos Aires Lírica
Por Pablo Kohan  | Para LA NACION
Concierto : Suor Angelica, de Puccini, y Pagliacci, de Leoncavallo. Elenco : Florencia Fabris (Suor Angelica y Nedda), Elisabeth Canis (la tía princesa), Luis Lima (Canio), Omar Carrión (Tonio), Ernesto Bauer (Silvio), Fermín Prieto (Beppe) y elenco. Xregie : Mario Perusso XXDirección. Dirección : Carlos Vieu. Temporada : Buenos Aires Lirica. Sala : Teatro Avenida
Nuestra opinión: buena
Hace cuatro años, Buenos Aires Lírica cerró su temporada con El tríptico de Puccini reducido, en aquella oportunidad, a dos óperas, sin Suor Angelica . Tal vez por aquella decisión, lícita en sí misma, por supuesto, sea que se optó, en esta ocasión, por incorporar a la hermanita olvidada como acompañante de Pagliacci, en lugar de Cavalleria rusticana , su habitual camarada de rutas. El asunto es que las óperas de Mascagni y Leoncavallo, las dos óperas que instalaron el verismo en la historia de la música, se ajustan y complementan a la perfección por cuestiones textuales y contextuales y por andar juntas bajo el mismo paraguas de las propuestas musicales, teatrales y estéticas. La alianza Puccini-Leoncavallo, en este orden, a través de Suor Angelica y Pagliacci , en cambio, no parece ser la mejor combinación. Valiosas las dos y separadas por veinticinco años, no parecen potenciar una a la otra y su reunión, en un único espectáculo, parece asentarse sólo en la relativa brevedad de ambas y en ser cantadas en italiano. Pero si musicalmente están bastante lejos una de la otra -en El tríptico , Puccini sumaba a su gloriosa historia algunos de los nuevos recursos de los años 10, del siglo pasado, y Leoncavallo, por su parte, en 1892, sobre una clara expresividad romántica, no salía de lo habitual, apenas con alguno que otro cromatismo tenuemente intentado-, en sus puestas en escena, tampoco pudo percibirse alguna unidad conceptual que sobrevolara por encima de las dos y que aportara alguna ilación.
Suor Angelica es una ópera de argumento concentrado y su devenir dramático y escénico podría reducirse, sucesivamente, al cuadro colectivo de apertura, los diálogos breves entre las hermanas del convento, el diálogo duro de Suor Angelica y su tía, el lamento de la protagonista y, por último, el desenlace. La acción transcurre dentro de una escenografía tradicional, con una iluminación cuanto menos extraña, con zonas de oscuridad o de escasa claridad, sin marcaciones actorales que puedan percibirse como destacadas y con la presencia ocasional de caminantes que, simbolismo de escaso atractivo visual, tal vez representen ese mundo exterior al cual Suor Angelica no deja de recordar. Pero, además, tampoco hubo una realización musical esplendorosa. Florencia Fabris es una muy buena cantante cuando se pasea por los agudos pero careció de mayor densidad en los graves. Y este papel exige una soprano que pueda asentarse con firmeza en sus bajos. Elisabeth Canis exhibió su buen canto pero, teatralmente, se mostró exageradamente dura y monocorde en su papel de mujer desamorada.
En la segunda parte, todo cambió, sencillamente, porque Luis Lima entró en el escenario y aún cuando pudiera suponerse que ya está en su ocaso -tan sólo por cuestiones de edad-, su presencia, vocal y actoral, quizá contraproducentemente, sirvió para demostrar qué distancia hay entre un cantante de excelencia y otros que no avanzaron mucho más allá de una muy loable corrección. No hay reparos, por cierto, hacia Fabris, Omar Carrión, Ernesto Bauer y Fermín Prieto, pero, efectivamente, el gran tenor cordobés, que, créase o no, debutaba en el papel de Canio, juega en las grandes ligas y, concretamente, se siente. Fue interesante la idea de Perusso de transformar a la ópera en una película cuyos títulos fueron proyectados en el Prólogo y su traslación de un pueblo a una pequeña ciudad de los años 20. Muy apropiada fue la dirección de Carlos Vieu y todo transcurrió por los senderos de la corrección. Salvo cuando Luis Lima nos transportaba a otra dimensión. Y si Messi, en soledad, no logra que la selección juegue como el Barcelona, Lima tampoco pudo, aún con su inmensa capacidad, hacer que esta función se acercara al Metropolitan..