ACTO I
Escenas 1–3: una habitación en la casa de Don Pasquale, a las nueve en punto
Don Pasquale es un anciano rico. Ansiosamente espera la llegada de su médico, el doctor Malatesta, para describir la novia que ha elegido para su sobrino Ernesto. Éste se niega a casarse con una rica y noble dama como desea su tío porque está enamorado de Norina, una viuda joven y simpática, pero de condición humilde. El tío decide desheredarlo, casándose él mismo, y a tal efecto ha pedido al doctor Malatesta que le consiga una esposa adecuada. Pero éste, amigo de Ernesto, urde un plan para ayudar a los dos jóvenes. Malatesta, enfrentado a la impaciencia de Pasquale, farfulla que es un bufón, pero procede a describir los atributos de la futura novia ( Bella siccome un angelo – "Bella como un ángel"). Honesta, modesta y dulce, cuando se ve presionado, Malatesta revela que ella es, de hecho, su hermana. Por tanto, el doctor propone a Don Pasquale que se case con su hermana Sofronia, doncella bella y pura, recién salida del convento. Don Pasquale acepta de buena gana. Sobrepasado de alegría, Pasquale exige conocerla, y envía a Malatesta a buscarla (Ah, un foco insolito – "Ah, un fuego inesperado").
Antes de ser llamado, entra Ernesto, y Pasquale reitera sus exigencias: si él se casa con la dama que ha elegido, recibirá una generosa dote; si lo rechaza, será desheredado. Ernesto declara su devoción por Norina y rechazala propuesta de su tío. Don Pasquale decide casarse él mismo, pues está "viejo pero bien conservado". Ernesto le ruega a su tío que consulte a su amigo Malatesta, pero se queda sorprendido cuando oye que Malatesta supuestamente apoya a Pasquale ( Sogno soave e casto - "Sueño delicado y casto"; Ah! Mi fa il destino mendico - "¡Ah! El destino me hace mendigo").
Escenas 4–5: un apartamento en la casa de Norina
En su casa Norina está sentada a solas, leyendo un libro. Recita una palabras sobre el amor , que le parecen cursis y de las que se burla destacando su actitud alegre y caprichosa ante la vida (Quel guardo il cavaliere - "Aquella mirada al caballero"; So anch'io la virtù magica – "También conozco la mágica virtud"). Esta cavatina es un momento destacado del primer acto; en ella se presenta Norina y anuncia de qué será capaz; la cabaletta posterior es de carácter contrastante, más rítmica y movida, y con ello muestra las dos caras del personaje. La cavatina Quel guardo del primer acto de Norina exige una técnica excepcional: largos fraseos, adornos y florituras, agudos arriesgados y numerosos cambios de registro. Ella, lo mismo que Pasquale antes, está impaciente esperando al doctor Malatesta. Un criado le entrega una carta y ante la llegada del doctor Malatesta le pide que la lea. En ella Ernesto le cuenta cómo su tío lo ha echado de su casa y que sus planes de boda están en peligro.
Malatesta llega para explicarle el plan que ha urdido, pero Norina le corta y le entrega la carta, que él lee en alto: Ernesto ha anunciado su intención de abandonar Roma, y Europa. Malatesta le asegura que ha adaptado su plan. Si Don Pasquale pretende casarse con la hermana de Malatesta, entonces Norina personificará a Sofronia, muy diferente a lo que ella es en realidad, debe hacerse la tonta, ser simple y tímida; de esta forma podrán organizar un matrimonio falso y después de la boda conducir a la desesperación a Don Pasquale. Habiendo organizado que su primo actúe como notario, ellos fácilmente engañarán a Pasquale. Norina consiente en interpretar su papel en el engaño, y ellos discuten sus estrategias en un vivo dúo: Pronta io son - "Estoy dispuesta"; Vado, corro - "Voy, corro").
ACTO II
Un salón en la casa de Don Pasquale
Ernesto está solo, enterado del matrimonio y desconociendo los planes de Malatesta, se desespera y, deprimido, decide partir a tierras lejanas (Povero Ernesto! - "¡Pobre Ernesto!"; Cercherò lontana terra – "Buscaré una tierra lejana"; E se fia che ad altro oggetto - "Y su por casualidad a otro objeto"). Este aria es un buen ejemplo de aria de tenor, plena de tristeza y melódica, acompañada por un solo de trompeta. Abandona la habitación justo cuando entra Pasquale, vestido finamente, junto con su sirviente, a quien da instrucciones de que entre Malatesta en cuanto llegue. Se pasea con su gran vestuario, esperando en que disfrace su avanzada edad.
Don Pasquale recibe la visita del doctor y la de Norina, disfrazada, a la que presenta como su hermana, Sofronia, recientemente llegada de un convento. Pasquale queda rápidamente encantado con la bella muchacha, que está interpretando el papel de una modesta y sumisa dama, ante la satisfacción de Malatesta y la evidente satisfacción de Pasquale. (Via, da brava - "Adelante, ten valor"). Don Pasquale quiere acordar el matrimonio inmediatamente. Norina da su consentimiento al matrimonio, lo que complace a Pasquale. Malatesta hace entrar como "notario" a su primo Carlino. Sentándose, Carlino escribe un contrato de matrimonio dictado por Malatesta y Pasquale (Fra da una parte... – "Por una parte..."). El contrato se escribe rápidamente: Pasquale firma pero, antes de que Norina pueda firmar, Ernesto irrumpe. Pretende dar su último adiós, y se queda sorprendido al ver a Norina a punto de casarse con Pasquale. Sin embargo, Malatesta le convence de que no diga nada (Figliol non mi far scene – "Hijo, no hagas una escena"; Pria de partir, signore; E rimasto là impietrato - "Antes de partir, señor; Se ha quedado allí petrificado"), y se ve forzado a actuar como testigo final.
Don Pasquale firma un contrato de bodas con el cual dona a la joven la mitad de sus bienes. Apenas es firmado el contrato, Norina abadona sus pretensiones de docilidad, y rechaza el abrazo de Pasquale. Cambia inmediatamente su conducta, convirtiéndose en arrogante e impertinente. Anuncia su intención de enseñarle maneras, y tener a Ernesto como un galán que lo acompañe en sus salidas vespertinas. Pasquale está horrorizado por su transformación, mientras Malatesta y Ernesto apenas pueden ocultar su diversión. (È rimasto là impietrato – "Ahí está él, petrificado"). Reuniendo al personal de la casa, Norina recita una larga lista de demandas - más sirvientes (jóvenes y guapos), carruajes y caballos, muebles - e les instruye para que no reparen en gastos. Pasquale queda petrificado ante sus infortunios, de manera que Malatesta le urge a que se vaya a la cama, con una advertencia a Ernesto y Norina para que mantengan el engaño. Don Pasquale se siente engañado (Son tradito, beffegiato - "Soy traicionado, burlado").
ACTO III
Escenas 1–5: Una habitación en casa de Don Pasquale
Don Pasquale está sentado en una habitación, rodeado por pilas de joyas recientemente adquiridas, vestidos y otras cosas semejantes, al tiempo que los sirvientes se apresuran entrando y saliendo del apartamento de Norina (I diamanti, presto presto – "Los diamantes, rápidamente, rápidamente"). Cansado de los gastos desmesurados de su mujer y de los continuos cambios en la casa, Pasquale reúne el coraje para enfrentarse a su tiránica nueva esposa. Sale Norina, vestida para salir al teatro. Él intenta razonar, pero ella le presta poca atención (Signorina, in tanta fretta – "Señorita, con tanta prisa"). Exasperado prohíbe a su esposa que vaya al teatro esa noche, que si se va, puede que él no la deje regresar, una idea a la que ella responde con insinceridad (Via, caro sposino – "Vamos, querido maridito") y acaba dándole una torta.
Por otro lado, Norina le hará creer que además tiene un amante. Al salir, tira una nota que Pasquale recoge y lee. La nota se dirige a Sofronia, organizando un encuentro en el jardín con su autor admirador y anónimo. Desesperado, le dice a un sirviente que llame a Malatesta, antes de marcharse de la habitación.
Los sirvientes regresan y, entre ellos, todos juntos se quejan de la cantidad de trabajo que se les obliga a hacer, y ponen de manifiesto cuánto están disfrutando de la farsa que se desarrolla entre Pasquale y su nueva esposa (Che interminabile andirivieni! – "¡Qué interminable ir y venir!"; Quel nipotino - "Ese sobrinillo"). Al acercarse Malatesta y Ernesto, sin embargo, salen, seguros de que más entretenimiento les espera. Malatesta recuerda a Ernesto los puntos principales de su plan, y el segundo se marcha. El doctor se adelanta a saludar a Pasquale, quien le habla de la asignación pretendida por Norina, y su propio plan de exponer su infidelidad ante un magistrado. Malatesta lo convence de moderar su plan y Pasquale, creyendo que él es un aliado, consiente en sus condiciones, mientras contempla su venganza sobre Norina (Aspetta, aspetta, cara sposina – "Espera, espera, querida esposa"). Entre los dúos y los tercetos de la obra, cabe destacar el dúo bufo Aspetta, aspetta, de Don Pasquale y Malatesta, en el cual el primero planea vengarse de Sofronia, mientras el segundo se burla del viejo (Cheti, cheti - "Calladitos, calladitos";Aspetta, aspetta - "Espera, espera").
Escenas 6–7: El jardín, junto a la casa de Pasquale
En el jardín, conforme se aproxima la noche, Ernesto canta una serenata a su bella amada mientras espera su llegada (
Com'è gentil – "Cuán hermosa"). Al final, sale Norina, y ambos cantan un
dúo de amor (
Tornami a dir che m'ami – "Vuelve a decir que me amas"). El dúo
Tornami a dir che m'ami, en el que Norina y Ernesto vuelven a jurarse amor, exige de los dos intérpretes un buen fraseo y habilidad vocal. Don Pasquale, junto a Malatesta, sale del escondite desde donde observaba toda la escena, Ernesto se cubre con una capa y sale corriendo a la casa. Pasquale intenta enfrentarse a Norina
pero esto sólo provoca una pelea que deja a Pasquale farfullando. Ella rechaza marcharse a petición suya, de manera que Malatesta, como si estuviera de acuerdo con Pasquale, se hace cargo. Pretendiendo negociar con Norina/Sofronia, le dice a Pasquale que la única manera de hacer que ella se marche sería permitir que Ernesto se case con su amada, a quien aparentemente "Sofronia" desprecia. Pasquale consiente, y llama a la casa, de la que salen Ernesto y los criados. Don Pasquale le anuncia, para hacer enojar a su esposa y convencerla de irse, que podrá casarse con Norina y que ella será la nueva señora de la casa. En este punto Malatesta revela que Norina es de hecho la mujer con la que Pasquale cree que está casado, mientras que la verdadera Sofronia está en un convento. El anciano, aliviado de ser liberado de la terrible esposa, perdona a todos y bendice el matrimonio entre Ernesto y Norina. Cuando todos están reconciliados, la moraleja de la historia – no hay que casarse de viejo – es revelada en un juguetón cuarteto (La moral di tutto questo – "La moraleja de todo esto";Rondó: Bravo, bravo).