lunes, 16 de septiembre de 2013

LA DAMA DE PIQUE

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La dama de picas ( en RussoПиковая дама, Pikovaya damaOp. 68) es una ópera en tres actos con música de Piotr Ilich Chaikovski y libreto en ruso de Modest Chaikovski (hermano del compositor) basado en el cuento homónimo de Alejandro Pushkin. Fue estrenada el 19 de diciembre de 1890 en el Teatro Mariinski de San PetersburgoRusia.

Argumento

Tiempo: Finales del siglo XVIII
Lugar: San Petersburgo, Rusia

Acto I

Escena 1
Durante el reinado de Catalina la Grande (1762–96), los niños están jugando en el parque de verano de San Petersburgo fingiendo ser soldados. La trama de la ópera gira en torno de Herman, un oficial del ejército. Entran dos oficiales — Surin y Chekalinski —, el primero quejándose sobre su mala suerte en el juego. Afirman que otro oficial, Herman, parece obsesionado con el juego, pero nunca apuesta, siendo frugal y metódico. Herman aparece con Tomski, quien afirma que su amigo difícilmente se parece a su antiguo yo: ¿hay algo que lo preocupa? Herman admite que está enamorado de una chica por encima de él socialmente cuyo nombre incluso desconoce. Cuando el príncipe Yeletski, un oficial, entra en el parque, Chekalinski lo felicita por su reciente compromiso. Yeletski declara su felicidad mientras que Herman, a un lado, lo maldice envidiosamente. Yeletski señala a su prometida, Lisa, quien acaba de aparecer con su abuela, la vieja Condesa, conocida una vez como la Venus de Moscú. Viendo a Herman, las dos mujeres se dan cuenta de que lo han visto antes, mirándolo con estremecedora intensidad. Herman se da cuenta de que Lisa es su amada desconocida. Cuando Yeletski y las mujeres se van, Herman se pierde en sus pensamientos al tiempo que otros oficiales hablan de la Condesa: conocida como la Dama de Picas, ella tuvo éxito en el juego en su juventud intercambiando favores amorosos para obtener la fórmula victoriosa del conde St. Germain en París. Tomski dice que sólo dos hombres, su marido y, más adelante, su joven amante, conocieron alguna vez su secreto, porque ella había sido advertida por una aparición de que se cuidara del "tercer pretendiente" que intentara sonsacarla. Meditando sobre las tres cartas mágicas, los otros sugieren con ligereza que semejante combinación resolvería los problemas de Herman. Amenazado por una tormenta que se aproxima, todos se marchan salvo Herman, quien jura que aprenderá el secreto de la Condesa.
Escena 2
En casa, Lisa toca la espineta mientras ella y su amiga Pauline canta un dúo sobre la tarde en el campo. Sus amigas le piden oír más, de manera que Pauline se lanza a cantar una balada triste, seguida por una canción bailarina. Conforme se incrementa el entretenimiento, Lisa permanece pensativamente aparte. Una gobernanta riñe a las muchachas por entretenerse con danzas folclóricas y pide a las visitantes que se vayan. Pauline, la última en irse, le pide a Lisa que se anime; Lisa responde que después de una tormenta hay una bella noche y pide a la doncella, Masha, que no cierre las ventanas francesas al balcón. A solas, Lisa expresa su infelicidad con su compromiso; se ha conmovido por el aspecto romántico de un joven en el parque. Para su sorpresa, Herman aparece en el balcón. Pretendiendo que se va a pegar un tiro sobre su compromiso a otro, él la ruega que se apiade de él. Cuando se oye a la Condesa llamar, Lisa esconde a Herman y abre la puerta a la anciana, quien le dice que cierre las ventanas y se vaya a la cama. Después de que la Condesa se retire, Lisa pide a Herman que se vaya, pero se siente traicionada por sus sentimientos y se abrazan.

Acto II

Escena 1
No mucho después, en un baile enmascarado, los camaradas de Herman comentan su obsesión con el secreto de las cartas victoriosas. Yeletski pasa con Lisa, notando su tristeza y asegurándole que la ama. Herman recibe una nota de Lisa, pidiéndole que se encuentre con el más tarde. Surin y Chekalinski se escurren detrás de él, murmurando que él es el "tercer pretendiente" que aprenderá el secreto de la Condesa, luego se pierden en la multitud al tiempo que Herman se pregunta si estará oyendo cosas. El maestro de ceremonias anuncia un tableau de pastoras. Lisa le entrega a Herman la llave de la habitación de su abuela, diciendo que la anciana no estará allí el día siguiente, pero Herman insiste en ir esa misma noche. Pensando que el destino le está entregando el secreto de la Condesa, se marcha. La atención de los invitados se centra en la inminente llegada de Catalina la Grande, para lo que se toca una polonesa de O. Kozlovski y cantada como saludo.
Escena 2
Herman entra en la habitación de la Condesa y mira fascinado su retrato de cuando era joven. Sus destinos, así lo siente, están unidos: uno de ellos morirá debido al otro. Se esconde cuando se acerca la anciana. La Condesa lamenta las maneras de hoy y los recuerdos sobre su juventud, cantando "Je crains de lui parler la nuit" (aria de Laurette) de la ópera de André Grétry Richard Cœur-de-Lion. Mientras ella dormita, Herman se levanta ante ella. Se despierta horrorizada cuando él la ruega que le diga su secreto. Cuando ella queda sin habla, él se va desesperando y la amenaza con una pistola — ante lo que ella se muere aterrorizada. Lisa entra apresuradamente, sólo para descubrir que el amante al que ella entregó su corazón estaba más interesado en el secreto de la Condesa. Ella le ordena que salga y cae llorando.

Acto III

Escena 1
En su habitación en los barracones, conforme aúlla el viento de invierno, Herman lee una carta de Lisa, quien quiere encontrarse con ella a media noche junto a la orilla del río. Imagina que oye el coro cantando en el funeral de la vieja Condesa, luego se sobresalta por una llamada a la ventana. Aparece el fantasma de la vieja mujer, anunciando que contra su deseo ella le debe decir el secreto de manera que él pueda casarse y salvar a Lisa. Aturdido, Herman repite las tres cartas: tres, siete, as.
Escena 2
Junto al canal de invierno, Lisa espera a Herman: ya es cerca de medianoche, y aunque ella se aferra a la vana esperanza de que él aún la ame, ella ve su juventud y felicidad tragado por la oscuridad. Al final él aparece, pero después de murmurar unas palabras tranquilizadoras, empieza a parlotear salvajemente sobre la Condesa y su secreto. Sin reconocer ya a Lisa, él se apresura a salir. Dándose cuenta de que todo se ha perdido, ella se suicida.
Escena 3
En un tugurio, los oficiales compañeros de Herman están terminando la cena y preparándose a jugar al faro. Yeletski, quien no ha jugado antes, se une al grupo debido a que su compromiso se ha roto: "desafortunado en el amor, afortunado en el juego." Tomski entretiene a los otros con una canción. Luego Chekalinski lidera una canción tradicional de jugadores. Sentándose para jugar, quedan sorprendidos cuando llega Herman, enloquecido y distraído. Yeletski intuye una confrontación y le pide a Tomski que sea su segundo si al final acaba produciéndose un duelo. Herman, que sólo pretende apostar, empieza con 40.000 rublos. Apuesta al tres y gana, disgustando a los otros con su expresión maníaca. Luego apuesta al siete y gana de nuevo. En este momento, toma una copa de vino y declara que la vida es sólo un juego. Yeletski acepta el desafío de apostar en la siguiente ronda. Herman apuesta al as, pero Yeletski le enseña la carta ganadora — la dama de picas. Viendo al fantasma de la Condesa riéndose ante su venganza, Herman se suicida y pide el perdón de Yeletski y Lisa. Los otros rezan por su alma atormentada.

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