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Puesta presentada en Turín |
Después de La sonámbula, Bellini cambió de registro y pasó a la tragedia.Norma pone de manifiesto las excepcionales dotes teatrales del compositor para explorar las profundidades del drama romántico. La figura de Norma ocupa un lugar destacado entre los grandes personajes femeninos de la historia de la ópera. Los antecedentes de la heroína belliniana se encuentran en las óperas Medea de Cherubini (1797) y La vestal (1807) de Spontini, la primera desarrolla el tema del infanticidio como venganza y la segunda el de la sacerdotisa que rompe sus votos.
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la primera intérprete de Norma, Giuditta Pasta |
Felice Romani realizó profundas modificaciones respecto a la tragedia de Soumet. En esta, Norma daba muerte a sus hijos. Los modelos de Soumet serán las figuras mitológicas de Níobe y Medea, así como Lady Macbeth de Shakespeare y la sacerdotisa de los druidas Velléda, del poema épico de Chateaubriand Les martyrs ou Le Triomphe de la religion chrétienne. Romani enriqueció este mundo femenino, de por sí complejo, con dos aspectos importantes: el amor de la protagonista hacia Pollione y sus hijos. Norma es una mujer de sentimientos profundos y contradictorios: suma sacerdotisa y madre, amante abandonada y rival vengativa, todo en una misma persona. Su trágico final es consecuencia inevitable de sus conflictos emocionales y de la incompatibilidad entre el voto religioso, el deber hacia su pueblo y el amor no correspondido. Su muerte no es un castigo que se inflige a sí misma, sino una solución catártica a sus conflictos internos.
En una carta datada el 1 de septiembre de 1831, Bellini escribió a la soprano Giuditta Pasta que "Romani cree (que este tema) será muy efectivo, y absolutamente ideal para tu carácter enciclopédico, debido a la clase de carácter que tiene Norma". De hecho, el rango vocal y dramático de Pasta era notable: en marzo de ese mismo año, ella había creado un rol belliniano muy diferente: Amina, la vulnerable doncella suiza, en La sonámbula.
Musicalmente, Norma se caracteriza por sus melodías largas, dramáticas, muy ornamentadas e intensamente emocionales. Entre los fragmentos inolvidables de esta ópera se encuentra Casta diva, quizás el aria de soprano más conocida de toda la historia de la música.
Fue compuesta en menos de tres meses, desde el inicio de septiembre hasta finales de noviembre de 1831.
Se estrenó en el Teatro de La Scala de Milán el 26 de diciembre de 1831. Aquella tarde la ópera, destinada a convertirse en la más popular de las diez compuestas por Bellini, resultó un fiasco clamoroso, debido a las circunstancias ligadas a la ejecución (la indisposición de la primadonna, la soprano Giuditta Pasta, así como la tensión psicológica de los otros miembros del elenco), y también por la presencia de una claque adversa a Bellini y a la Pasta. No influyeron menos la extraña severidad de la dramaturgia y la ausencia del momento más suntuoso, el concertante que tradicionalmente cerraba el primero de los dos actos, que tomó por sorpresa al público milanés.
En el siglo XIX, era habitual que los compositores interpolaran arias propias en óperas de otros compositores. Richard Wagner escribió un aria para bajo y coro de hombres para una producción de Norma del año 1837.
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Giulia Grisi |
El rol de Norma se considera como uno de los más difíciles del repertorio para soprano. Exige un tremendo control vocal de rango, flexibilidad y dinámica. Contiene una amplia variedad de emociones: conflicto entre la vida personal y la pública, la vida romántica, el amor maternal, la amistad, los celos, el impulso asesino y la resignación. La soprano alemana Lilli Lehmann una vez afirmó que cantar las tres Brunildas de El anillo del nibelungo de Wagner en una tarde era menos exigente que el canto de una sola Norma. Asimismo, en un razonamiento menos conocido, dijo "Cuando cantas Wagner, te dejas llevar tanto por la emoción dramática, la acción y la escena que no tienes que pensar en cómo cantar las palabras. Eso viene solo. Pero en Bellini, siempre debes cuidar la belleza de tono y la emisión correcta".
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Maria Callas |
A lo largo del siglo XX, muchas cantantes se han enfrentado a este papel, con diversos grados de éxito. La siguiente es una lista de algunas de las Normas más conocidas, cada una de las cuales ha llevado sus propias fortalezas y debilidades al papel. Entre ellas se destacan las interpretaciones de Rosa Raisa, Claudia Muzio y Rosa Ponselle en los años veinte. La más prolífica Norma del período de posguerra fue Maria Callas, quien con 89 representaciones en escena (algunas de las cuales se conservan grabadas) y dos grabaciones de estudio en 1954 y 1960, impuso la supremacía del rol en el repertorio belcantista entre 1949 y 1964.
La entonces instaurada "nueva-antigua" tradición de Pasta-Callas fue sucedida por dos intérpretes muy diferentes, ambas herederas del renacido y depurado estilo dramático-belcantista: la turca Leyla Gencer, que interpretó el papel junto a Giulietta Simionato, y la australiana Joan Sutherland, secundada por la Adalgisa de Marilyn Horne. Después del debut de la Sutherland en 1964 en el rol titular, Pavarotti la llamó "la mayor voz femenina de todos los tiempos".
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June Anderson , Australia 1978 |
En la década de los setenta, otras cuatro expertas en el belcantismo debutaron como Norma: Radmila Bakočević, Montserrat Caballé , Beverly Sills y Renata Scotto. No pueden desdeñarse fácilmente otras destacadas intérpretes del personaje, como Grace Bumbry y Shirley Verrett, las dos famosas divas afroamericanas que empezaron como mezzosopranos y con el tiempo empezaron a cantar el repertorio de soprano.
En los años ochenta y noventa, el papel de Norma fue interpretada por cantantes tan diferentes como Katia Ricciarelli, Anna Tomowa-Sintow, Marisa Galvany, Dame Gwyneth Jones y Jane Eaglen. Normas contemporáneas son Fiorenza Cedolins, Galina Gorchakova, Hasmik Papian, Maria Guleghina, Nelly Miricioiu, June Anderson, y Edita Gruberová. En 2008, Daniela Dessì interpretó Norma en el Teatro Comunale de Boloña.
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Reproducción de la escenografía que se encuentra en el Museo Civico Belliniano de Catania |
Una de las características del romanticismo es la búsqueda de ambientes lejanos. Por contraposición al clasicismo, en lugar de regresar a la antigüedad clásica o al renacimiento, se optará por una vuelta a la Edad Media o a las tradiciones de los pueblos prerromanos.
Esta circunstancia hace que durante el primer tercio del siglo XIX se pongan de moda las novelas ambientadas en la Galia o en otros pueblos prerromanos, considerados como los verdaderos orígenes distintivos del nuevo nacionalismo emergente en la sociedad de la época.
Por este motivo Alexandre Soumet, como otros escritores, se inspirará en antiguas leyendas de estos pueblos. Concretamente en la leyenda celta en la que los druidas veneraban un árbol (el Ydraggsil, el mismo al que hace referencia Richard Wagner en El anillo del nibelungo y del que Wotan corta su lanza). Bajo este árbol los celtas realizaban sus reuniones y hacían sus sacrificios rituales.
Romani se inspirará lejanamente en todos estos hechos, pero en lugar de poner en primer lugar las guerras entre druidas y romanos, colocará la apasionada relación entre los dos amantes pertenecientes a diferentes culturas antagónicas. Hecho por demás, también eminentemente romántico.
Otra de las importantes referencias con respecto a la obra de Soumet es el papel de la mujer. Mientras en la obra del novelista, su Norma termina asesinando a sus propios hijos, presa de un ataque de locura, la Norma de Bellini es un personaje con múltiples facetas (una sacerdotisa coherente con su devoción, una madre que ama a sus hijos, una mujer enamorada y pasional hacia su hombre, una rival vengativa que saca sus más bajos instintos si es necesario...), en definitiva una compleja trama de personalidades cuya solución final es la muerte, pero no como castigo o ejecución de una heroína, sino como la consecuencia lógica de un grave conflicto de intereses.
Esta complejidad interpretativa del personaje, unida a las dificultades vocales de una obra considerada prototipo del belcantismo, ha hecho que sólo las verdaderamente grandes sopranos de la historia hayan podido afrontar el papel con la suficiente dignidad, tal es el caso de María Callas, Joan Sutherland o Monserrat Caballé.