martes, 4 de octubre de 2011

Lohengrin de Wagner en el Teatro Colón


Imponente puesta de la ópera de Richard Wagner en el Teatro Colón. Lohengrin es el sexto título de la presente temporada lírica en el máximo coliseo de este lado del mundo y como tal no pasó en absoluto desapercibido. Puede ser por su director de escena, Roberto Oswald, quién sorprendió con una cuidada creación llena de simbolismos y una colosal presencia de la iluminación. O por una Orquesta que sonó de manera ajustada de principio a fin en manos del director Ira Levin, logrando por momentos un juego de sonidos en el que los músicos se mudaron, cada vez que fue necesario, del foso a detrás de escena o a los palcos. Brillante creación de Levin con sus músicos para un Lohengrin que dejó mucho más de lo hasta acá expuesto.
El barítono James Johnson fue, por confirmadas percepciones, el mejor intérprete de este “Lohengrin” que tuvo en general varios desaciertos en la interpretación de sus voces. Johnson llevó adelante el personaje de Friedrich de Telramund, un ser noble y honesto que a la sombra de su esposa queda inmerso en la  desgracia, la mentira y la deshonra. El “Telramund” de Johnson es brillante, una voz impecable con una emisión importante y sin altibajos. Es que Johnson es un experimentado intérprete que deslumbra desde hace años en las principales salas líricas del mundo. Un gran cantante y actor, el resultado es claro: un vasto artista profesional dentro de un mundo donde la perfección es el objetivo. Johnson fue la estrella de este “Lohenhgrin” que deja claras deudas en el rol de los cantantes si tenemos en cuenta que Friedrich de Telramund es el tercer papel en orden de prioridad de la obra.
La mezzosoprano Janina Baechle en la piel de Ortrude, esposa de Telramund, llevó adelante su interpretación con deslealtades en la emisión de su voz, cuenta con un buen timbre y volumen considerable pero su tesitura no es estable y a raíz de esto su interpretación fue incontrolable y poco armoniosa. Su caracterización de la hechicera es muy buena pero no fue suficiente en un espacio en el que por sobre todo importa el canto. Una vez  finalizada la obra Janina Baechle no salió al escenario a saludar dejándonos a los presentes la inquietud de “por qué”, si fue por algún motivo personal o para evitar el abucheo del público. Si fuera por esta rechazable práctica pregunto: ¿Quién está en condiciones de abuchear a alguien? Existen ovaciones, aplausos e indiferencia a la hora de premiar a un artista, pero abuchear es como mínimo un signo de mala educación. Dicha devolución no debería existir en un contexto infinitamente valioso como el del arte.
Continuando con los intérpretes de la ópera es justo destacar a un “tímido” Richard Crawley que fue fortaleciendo su presencia vocal a medida que se sucedían los actos. Crawley, quien carece de un volumen considerable, fue de menor a mayor dejándonos muy complacidos con su interpretación de “Lohengrin” que mereció una importante ovación en el final. Su voz, de buen timbre y vibrato igualado en el tercer acto, fue una demostración de importante madurez vocal. Por su parte la soprano danesa Ann Petersen cumplió de muy buena manera el rol de Elsa de Brabante por poseer una importante voz aunque lamentablemente no se conjuga con una buena y constante emisión. Debo decir que su caracterización de Elsa de Brabante me hacía ver en escena a la grandiosa Joan Sutherland ya que su parecido físico era notable. Por momentos me dejaba llevar por su voz y su imagen y era como estar asistiendo a la increíble presencia de la tan recordada diva.
Lohengrin narra la historia de un caballero del Grial e hijo de Parzival que viaja al reino de Brabante a orillas del Escalda, reino de Heinrich I, para defender a la princesa Elsa quien fue acusada por la hechicera Ortrud y su marido Telramund de un crimen que no cometió. Estos personajes protagonizan la historia de Lohengrin de Wagner. El papel de Heinrich I lo llevó adelante el bajo Kurt Rydl quién descolló en su interpretación. Su voz flexible de bajo ligero le da brillo a un personaje justo y noble.
Hay que destacar de la obra en general al dúo de Ortrude y Telramund en el comienzo del segundo acto “Erhebe dich, Genossin meiner Schmach!”, donde el barítono James Johnson y la mezzosoprano Janina Baechle se lucen en un contexto oscuro y perverso muy bien delineado por Roberto Oswald. También es de destacar el dúo de Elsa con Lohengrin del tercer acto “Atmest du nicht mir die süssen Düfte”, con brillantes exposiciones del tenor Richard Crawley y la soprano danesa Ann Petersen. Una mención especial merecen los fragmentos corales, muy presentes en esta obra y a los que Wagner les da un carácter de jurado constante de la acción, de lo que sucede en escena, haciéndolos partícipes de las decisiones. El Coro Estable del Teatro Colón bajo la dirección del maestro Peter Burian no dejo lugar a dudas, fue una eximia e imponente presencia vocal!
Decía que Lohengrin en el teatro Colón no pasó para nada desapercibido y como principal motivo mencioné la puesta en escena de Roberto Oswald. El experimentado reggie quiso con esta nueva puesta de Lohengrin (quinta en su haber de esta obra) llevar a escena una propuesta basada en los símbolos de Lohengrin y su leyenda. Una puesta sencilla que nos da espacio para crear nuestra propia idea de la leyenda del caballero del Grial. “Una presentación minimalista” según su autor que para mí dejó mucho más que el simbolismo y el surrealismo de la idea, dejó la firme sensación de que Lohengrin puede vivir en algún lugar al que todos podemos acceder y a su vez dejarnos llevar al surrealismo de un ser de luz que asiste a la humanidad en pos de un mundo mejor hasta que la realidad se encarga de despedirlo con su crudeza y sádica visión de lo palpable. Nada existe si no lo vemos.
Lohengrin de Wagner fue el sexto título de la presente temporada del Teatro Colón y no pasó desapercibido, tuvo momentos muy buenos y otros no tanto… ¿Acaso no se trata de una obra de Wagner? Un compositor y hombre que nunca resultó inadvertido en vida y no solo por ser un genio de la música. Después de todo, de eso se trata la existencia.

Fuente: Alejandro Villarreal  – Director de hagaselamusica.com

lunes, 19 de septiembre de 2011

Suor Angelica y Pagliacci

Puccini y Leoncavallo, reunidos por Buenos Aires Lírica
Por Pablo Kohan  | Para LA NACION
Concierto : Suor Angelica, de Puccini, y Pagliacci, de Leoncavallo. Elenco : Florencia Fabris (Suor Angelica y Nedda), Elisabeth Canis (la tía princesa), Luis Lima (Canio), Omar Carrión (Tonio), Ernesto Bauer (Silvio), Fermín Prieto (Beppe) y elenco. Xregie : Mario Perusso XXDirección. Dirección : Carlos Vieu. Temporada : Buenos Aires Lirica. Sala : Teatro Avenida
Nuestra opinión: buena
Hace cuatro años, Buenos Aires Lírica cerró su temporada con El tríptico de Puccini reducido, en aquella oportunidad, a dos óperas, sin Suor Angelica . Tal vez por aquella decisión, lícita en sí misma, por supuesto, sea que se optó, en esta ocasión, por incorporar a la hermanita olvidada como acompañante de Pagliacci, en lugar de Cavalleria rusticana , su habitual camarada de rutas. El asunto es que las óperas de Mascagni y Leoncavallo, las dos óperas que instalaron el verismo en la historia de la música, se ajustan y complementan a la perfección por cuestiones textuales y contextuales y por andar juntas bajo el mismo paraguas de las propuestas musicales, teatrales y estéticas. La alianza Puccini-Leoncavallo, en este orden, a través de Suor Angelica y Pagliacci , en cambio, no parece ser la mejor combinación. Valiosas las dos y separadas por veinticinco años, no parecen potenciar una a la otra y su reunión, en un único espectáculo, parece asentarse sólo en la relativa brevedad de ambas y en ser cantadas en italiano. Pero si musicalmente están bastante lejos una de la otra -en El tríptico , Puccini sumaba a su gloriosa historia algunos de los nuevos recursos de los años 10, del siglo pasado, y Leoncavallo, por su parte, en 1892, sobre una clara expresividad romántica, no salía de lo habitual, apenas con alguno que otro cromatismo tenuemente intentado-, en sus puestas en escena, tampoco pudo percibirse alguna unidad conceptual que sobrevolara por encima de las dos y que aportara alguna ilación.
Suor Angelica es una ópera de argumento concentrado y su devenir dramático y escénico podría reducirse, sucesivamente, al cuadro colectivo de apertura, los diálogos breves entre las hermanas del convento, el diálogo duro de Suor Angelica y su tía, el lamento de la protagonista y, por último, el desenlace. La acción transcurre dentro de una escenografía tradicional, con una iluminación cuanto menos extraña, con zonas de oscuridad o de escasa claridad, sin marcaciones actorales que puedan percibirse como destacadas y con la presencia ocasional de caminantes que, simbolismo de escaso atractivo visual, tal vez representen ese mundo exterior al cual Suor Angelica no deja de recordar. Pero, además, tampoco hubo una realización musical esplendorosa. Florencia Fabris es una muy buena cantante cuando se pasea por los agudos pero careció de mayor densidad en los graves. Y este papel exige una soprano que pueda asentarse con firmeza en sus bajos. Elisabeth Canis exhibió su buen canto pero, teatralmente, se mostró exageradamente dura y monocorde en su papel de mujer desamorada.
En la segunda parte, todo cambió, sencillamente, porque Luis Lima entró en el escenario y aún cuando pudiera suponerse que ya está en su ocaso -tan sólo por cuestiones de edad-, su presencia, vocal y actoral, quizá contraproducentemente, sirvió para demostrar qué distancia hay entre un cantante de excelencia y otros que no avanzaron mucho más allá de una muy loable corrección. No hay reparos, por cierto, hacia Fabris, Omar Carrión, Ernesto Bauer y Fermín Prieto, pero, efectivamente, el gran tenor cordobés, que, créase o no, debutaba en el papel de Canio, juega en las grandes ligas y, concretamente, se siente. Fue interesante la idea de Perusso de transformar a la ópera en una película cuyos títulos fueron proyectados en el Prólogo y su traslación de un pueblo a una pequeña ciudad de los años 20. Muy apropiada fue la dirección de Carlos Vieu y todo transcurrió por los senderos de la corrección. Salvo cuando Luis Lima nos transportaba a otra dimensión. Y si Messi, en soledad, no logra que la selección juegue como el Barcelona, Lima tampoco pudo, aún con su inmensa capacidad, hacer que esta función se acercara al Metropolitan..

martes, 16 de agosto de 2011

JUEVES 25 A LAS 18 HS ENTRADA LIBRE Y GRATUITA


“Simon Boccanegra” en el Teatro Colón, una memorable velada de ópera



Desde hace más de un año la ópera “Simon Boccanegra” de Giuseppe Verdi recuperó gran relevancia mundial gracias a que Plácido Domingo se puso en la piel del corsario devenido en Dux de Génova. Está claro que el hecho de que Domingo asuma un rol es relevante, pero más aún lo es si ese personaje no pertenece a su registro vocal. El gran tenor se volvió barítono y recorrió los escenarios más importantes con esta “novedad”. Más allá de si Domingo pasó bien o no la proeza de cambiar su registro por esta ópera (luego lo hizo de manera olvidable con “Rigoletto”) lo que en este caso nos atrajo fue el barítono argentino que llevó adelante en la noche del viernes 29 de julio en el Teatro Colón, un Simon Boccanegra brillante, con voz sensible y segura. Omar Carrión paseó la figura del corsario genovés en las tablas del histórico teatro de manera memorable.
La presentación de “Simon Boccanegra” de Giuseppe Verdi en el Teatro Colón fue una verdadera clase de cómo se produce una ópera, “una puesta sin tiempo”. En épocas en las que el género se ve expuesto a grandes aggiornamientos que tienen que ver con lograr mantenerlo vivo en un presente muy competitivo, la puesta en escena de José María Condemi, el diseño de Cameron Anderson y la iluminación de Roberto Traferri fue un verdadero viaje sin tiempo. Por momentos me imagine sentado en ese mismo asiento de la fila 13 pero 80 años atrás y podía jugar a recorrer cualquier año pasado que la puesta hubiese sido la misma. Sentí orgullo y placer de estar asistiendo a una velada de ópera pura y plena, tradicional, con un elenco también sin tiempo y en un coloso donde la historia siempre está presente.
Un elenco importante para una ópera excelente, Verdi logra en su madurez llevar adelante de manera perfecta la refundación de “Simon Boccanegra”. La ubica dentro de las óperas serias y maduras junto a “Don Carlo”, “Otello” y “Falstaff”. Boccanegra es un personaje formidable, un corsario que mata solo dentro del contexto de una batalla, que ama y sueña, perdona y reflexiona. Boccanegra no es más que un hombre que está dispuesto a morir por amor y que sin quererlo llega a ser Dux de Génova justo en el momento en el que quiere ir tras los pasos de su amada muerta. “El quiere una tumba y recibe un trono”.
Simon Boccanegra fue interpretado por grandes barítonos, en el mismo Teatro Colón el gran José Van Dam lo hizo en el año 1995. En la historia mundial recordamos a Tito Gobbi, Lawrence Tibbett, Leonard Warren, Piero Cappuccilli y Sherril Milnes. Éste último, gran barítono estadounidense, lo interpretó en el año 1984 en el Met de manera brillante y mi referencia a esta actuación no es casual. Vi y sentí en Omar Carrión muchas similitudes con Milnes, y más allá de su parecido físico (y de haber tomado clases y cantado junto a él), su voz es digna de resaltar. Carrión es un barítono reconocido y que ha interpretado gran variedad de personajes en su registro por el mundo. Su interpretación de Boccanegra fue realmente importante, su caudal de voz se suma a una gran técnica y una fina vena actoral que le permite ser creíble en cada faceta del personaje. Con Carrión, “Boccanegra” toma vida de manera inolvidable. Bravo por Omar Carrión!
Debo aclarar que el elenco del día 29 de julio era el elenco “secundario” de esta puesta del Teatro Colón, pero de secundario nada tenía. La soprano Virginia Wagner interpretó a María Boccanegra de forma excelente, llegando a puntos muy altos en el dúo junto a Carrión cuando el Dux descubre que Amelia Grimaldi es en realidad su hija María. Gustavo López Manzitti llevo adelante un impecable Gabriele Adorno, es que Manzitti es un gran tenor con presencia escénica y un potente caudal de voz (lamentablemente esto último no siempre va de la mano del lirismo que uno busca en un tenor, el caudal juega de manera peligrosa entre los registros más altos y más bajos pero tratándose del tipo de tenor de Verdi donde el tratamiento de las voces ya no sigue el sencillo principio del bel canto, sino que se profundiza hasta convertirse en una verdadera descripción del alma, Manzitti cumple con creces su actuación). Las voces más oscuras fueron impecables, en primer lugar el bajo venezolano Ernesto Morillo Hoyt intrepretó a un Jacopo Fiesco sin fisuras, con gran versatilidad y manejo en los tonos más bajos. Por su parte el joven bajo-barítono Emiliano Bulacios impactó con una voz fuerte y plena, su Paolo Albiani fue correcto.
La orquesta sonó de principio a fin de manera ajustada, con esta ópera Verdi ha reservado para la orquesta un espacio que no posee ninguna obra italiana de la época y la música siempre tuvo presencia en escena de la mano del maestro Carlos Vieu. El Coro del Teatro Colón es brillante, bajo la dirección de Peter Burian las voces en masa más lejanas y cercanas fueron impactantes, en escena y fuera el coro sonó unánime.
Verdi ha creado con “Simon Boccanegra” una de sus óperas más espléndidas. La melodía fluye con perfecta regularidad desde la primera hasta la última escena; ya no se divide en “números” separados, como sucede en “Rigoletto” e “Il trovatore”, sino que liga cada cuadro formando una unidad completa. “Simon Boccanegra” en el Teatro Colón fue una conexión histórica, una memorable velada de ópera donde la estrella fue el conjunto de voluntades profesionales de la música. Bravo!

José Cura: La ópera es lo más parecido a los toros que existe



Para José Cura será una noche de reencuentros: con el público del festival, ante el que se ha presentado en otras ediciones como cantante y como compositor, con uno de los papeles estelares de su carrera y con la soprano Barbara Fritolli. La cantante italiana fue su primera Desdémona, la soprano que le acompañó en escena cuando el argentino debutó en el rol del moro de Venecia y desde entonces han vuelto a encabezar juntos el cartel de “Otello” en numerosos teatros. “Me ha matado ya muchas veces”, ha bromeado la soprano durante la presentación de la jornada inaugural.
José Cura ha defendido que la ópera “es una de las pocas cosas que quedan en el mundo donde el ser humano se enfrenta con sus pequeñeces y sus grandezas delante de otros seres humanos sin red”.
“La ópera es lo más parecido a los toros que existe”, ha opinado el cantante, quien ha argumentado que cuando el espectador “está esperando que el tenor se dé de morro contra el muro cuando llega el agudo”, es “lo mismo” que cuando el público taurino espera a ver qué pasa con el torero en el momento en que “hace una verónica o va a matar el toro”.
Y, para Cura, “todo eso no puede morir”. “El arte clásico no muere, nos toca a nosotros mantenerlo lo más brillante posible”, ha afirmado, tras asegurar que es responsabilidad de los artistas y de los gestores culturales el que la lírica no se convierta en “un museo con las esculturas llenas de tierra” porque ambos son sus “guardianes”.
La crisis económica ha llegado también al Festival de Santander, que este año no alzará el telón con una producción operística sino con una ópera en concierto, sin vestuario, sin decorados y sin movimiento escénico.
El argentino Mario de Rose estará en el podio frente a la Orquesta Sinfónica de Bilbao y el Coro de Ópera de esta ciudad para dirigir una partitura, a su juicio, “tan difícil y compleja” como este “Otello”, una de las grandes obras maestras de Verdi.
Según José Cura, Otello es mucho más que una historia de celos “por una pañuelito de nada” porque detrás de la obra de Shakespeare hay “una denuncia enorme de la falsedad, del uso de personas, del racismo” que hoy, después de 600 años, sigue siendo actual.
A su modo de ver, el tercer acto de esta ópera no es “más que el desarrollo musical magistral” de un acto de violencia de género.
Además cree que la obra tiene “una lectura distinta” desde el 11 de septiembre de 2011 porque también habla de fundamentalismo, de quienes defienden sus ideas por la violencia “lleven turbante o lleven corbata”.
José Cura y Barbara Fritolli compartirán escenario con el barítono georgiano Lado Atanelli, que se ha incorporado al reparto ayer mismo porque el “Yago” inicialmente previsto, Vladimir Stoyanov, se ha puesto enfermo, y con Carlos Osuna en el papel de Cassio.
Tanto el consejero de Cultura, Miguel Ángel Serna, como el concejal del área de Santander, César Torrellas, han expresado el apoyo del Gobierno y del Ayuntamiento al Festival, de cuyo patronato forman parte las dos instituciones.
Serna ha subrayado el respaldo de su departamento al FIS, que es patrimonio, ha dicho, de todos los cántabros y “el buque insignia” de la cultura en la capital.
El consejero ha señalado que “quizá” habrá que hacer alguna adaptación en su programación, como ya ha ocurrido este año, y también ha hecho un llamamiento al mecenazgo.
Más de treinta empresas colaboran en esta 60 edición, según ha apuntado el director del FIS, José Luis Ocejo, quien ha defendido el valor “de una realidad cultural que ha enriquecido Santander y Cantabria desde España y Europa” en estos tiempos de crisis económica.

Juan Diego Flórez y Diana Damrau se lucieron con “Le Comte Ory”


La Temporada 2010-2011 del Metropolitan Opera de Nueva York estrenó “Le Comte Ory”, ópera cómica de la etapa final de Rossini, y con los protagónicos asumidos por tres de los mejores intérpretes actuales del bel canto: el tenor peruano Juan Diego Flórez como el Conde Ory, la soprano Diana Damrau como la Condesa Adèle y la mezzosoprano Joyce DiDonato como el paje Isolier.
Una puesta brillante con gran presencia escénica y un importante vestuario, el teatro dentro del teatro mismo es lo que propone el reconocido director Bartlett Sherel quién sin perder detalle alguno nos lleva a observar una presentación de ópera como se presentaban en la época en que fueron creadas, de ahí es que vemos las corridillas típicas de toda realización escénica, el atrás de escena con lujo de detalles y con efectos rústicos de esos tiempos.
Juan Diego Flórez como el Conde Ory es digno de destacar, Flórez que sin duda es el intérprete lírico del momento se mueve como amo y señor del escenario entregando con su actuación y su excelente técnica de canto un Conde Ory inolvidable, ya hubiese querido Rossini escuchar al mujeriego noble en voz del gran tenor peruano. Flórez con su registro ligero y su ductilidad tonal puede realizar un canto de gran versatilidad y relevancia que nos lleva por un momento a pensar en aquello que afirma Plácido Domingo: “Flórez es el mejor tenor ligero de todos los tiempos”, vaya afirmación que nos deja dudar por su magnitud pero que con cada presentación del tenor se va confirmando.
Muchas imágenes vinieron de visita a mi mente cuando veía a Flórez junto a Diana Damrau, la historia de la ópera se hizo presente con la dupla Pavarotti – Sutherland. Quiero ser claro en esto, no hablamos de estilos y sin ánimo de comparar pero si de ser consciente del momento que vivo, ser contemporáneo de un dúo que en el futuro será recordado como uno de los grandes dúos de la lírica mundial, a la altura del dúo antes mencionado. Diana Damrau, a quién aplaudí de pie en su Reina de la Noche en Salzburgo por los 250 años de Mozart, se divierte en el papel de la Condesa Adèle, canta como para mover los cimientos del mismísimo Met. Una voz impecable, con proyección y tono oscuro, sus agudos son seguros y su brillo se basa en la perfección técnica. Damrau es historia pura e insisto en que seamos conscientes de que somos contemporáneos de algo eterno, una dupla inolvidable.
“Le Comte Ory” no es una ópera tradicional de Rossini, su idioma es el francés y no incluye parlandos… es uno de los títulos menos conocidos del repertorio rossiniano. En cambio fue, en su momento, uno de los vaudevilles más aplaudidos de Eugène Scribe. Lo que ha impedido que esta ópera bufa caiga completamente en el olvido ha sido, sin embargo, la hermosa música de Rossini que acompaña esta comedia en donde el protagonista principal, el Conde, adopta diversos disfraces para infiltrarse en el palacio y en las alcobas de la solitaria condesa Adèle y su grupo de damas de honor.
“Le Comte Ory” se estrenó en el escenario del Met. Brillante! Magnifico! Inolvidable!

José Carreras vuelve a la Argentina y actuará en el Orfeo de Córdoba


El destacado tenor español José Carreras, ofrecerá un concierto el 5 de octubre venidero, en el Orfeo Superdomo de Córdoba. Así lo anunciaron el promotor José Palazzo y el gerente del Orfeo, Juan Manuel Rodríguez, quienes señalaron que ya están a la venta las entradas anticipadas para el espectáculo, con valores que varían desde los 200 a 800 pesos, adelantándose que en total habrá 8.000 lugares habilitados. En la ocasión, Carreras, estará acompañado por la Orquesta Sinfónica de Córdoba.
Josep María Carreras, de 64 años, basa sus interpretaciones en obras de Verdi y de Puccini, y alcanzó su máxima popularidad conformando el grupo de “Los Tres Tenores” junto a Luciano Pavarotti y Plácido Domingo.
Además, Carreras es conocido por su labor humanitaria a través de su fundación de lucha contra la leucemia “Fundació Internacional Josep Carreras per a la Lluita contra la Leucèmia”, que creó después de recuperarse en 1988 de esa enfermedad

martes, 26 de abril de 2011

HISTORIA GRAFICA DE LA BOHEME


Partitura Original de La Boheme firmada por Puccini

LA BOHEME 28 DE ABRIL EN VICENTE LOPEZ

LA BOHÉME

La versión que proyectaremos en esta oportunidad es protagonizada por Ana Netrebko y Rolando Villazón, acompañados por George Von Bergen (Marcello), Adrian Eröd (Schaunard), Vitalij Kowaijov ( Colline) y Nicole Cabell (Musetta), fue filmada por Robert Dornhelm  en estudios especialmente preparados para su realización en Viena , narra de una manera excepcional la historia de estos jóvenes que intentan triunfar en el mundo artístico de París y ven la vida como un juego en el cual la miseria resulta pintoresca. Llega la enfermedad, la muerte, y abruptamente desaparece ese momento divertido y lo que sigue es la responsabilidad, la toma de conciencia del fin de una etapa . No encontramos en esta ópera ni la exaltación del amor sublime de la fábula romántica ni una incursión en el sórdido y cruel ambiente de una obra puramente verista. Un sutil romanticismo se revela en un ámbito que no tiene nada de romántico, poblado de modistas, costureras, artistas que viven sus privaciones con entusiasmo y buen humor, en una apasionada combinación de drama y comedia , donde se mezclan la algarabía de la fiesta en el Barrio Latino, con un París cubierto de nieve  y la felicidad de los jóvenes bohemios
La obra se estrenó en Teatro Real de Turín el 1º de febrero de 1896 con un éxito apenas circunstancial, a pesar de que el editor Ricordi impusiera como director al joven Arturo Toscanini , quien estudió muy a fondo la partitura. Pero el público esperaba  una música de inspiración wagneriana o bien una obra verista ; Puccini no tenía nada que ver con ninguna de estas escuelas. Tal vez el frío recibimiento se debiera al flojo elenco del debut, pero el 13 de abril se presentó en el Teatro Massimo de Palermo y los 3000 espectadores aclamaron la obra aplaudiendo y  exigiendo la repetición del final aún cuando los cantantes ya se habían cambiado de ropa. Apenas 2 meses después , el 16 de junio de 1896,  fue estrenada en Buenos Aires, y desde entonces triunfa  en todos los teatros del mundo .  

28 DE ABRIL EN EL CONSEJO DELIBERANTE DE VICENTE LOPEZ