miércoles, 28 de noviembre de 2012

ARGUMENTO LA BOHEME

La historia se ambienta en París en el período alrededor del año 1830.
Se centra esencialmente en el amor entre la modista llamada Mimì y el poeta Rodolfo. Se enamoran nada más conocerse, pero Rodolfo más tarde quiere dejar a Mimì por su comportamiento coqueto. Sin embargo, resulta que Mimì está mortalmente enferma, y Rodolfo se siente culpable, pues su vida juntos ha empeorado su salud aún más. Se unen de nuevo por un breve momento antes de que ella se muera.

Acto I

En la buhardilla de los bohemios.
Marcello pinta mientras Rodolfo mira por la ventana. Como no tienen combustible y hace frío, utilizan los manuscritos del drama que está escribiendo Rodolfo para hacer fuego. Colline, el filósofo, entra en la pieza congelado y molesto por no haber podido empeñar unos libros. Schaunard, el músico, llega con comida, madera, vino y dinero; explica a sus compañeros la fuente de su súbita riquezas, un trabajo con un excéntrico caballero inglés. Nadie le presta atención porque caen sobre la comida, que es retirada rápidamente por Schaunard, y declarando que, en lugar de ello, todos celebrarán su buena suerte cenando en el Cafe Momus. Mientras beben, llega Benoît, el casero, en busca del pago de la renta. Los bohemios le engatusan ofreciéndole vino, y, en medio del efecto del alcohol, les narra sus aventuras amorosas, añadiendo que está también casado, ante lo cual todos reaccionan con una indignación pacata, fingida, y le echan de la habitación sin pagarle la renta. Deciden que lo mejor es utilizar ese dinero para irse de parranda por el Barrio Latino.
Los otros bohemios salen, pero Rodolfo se queda solo por un momento para terminar un artículo que está escribiendo, prometiendo reunirse con sus amigos pronto. En ese momento alguien llama a la puerta, y entra Mimí, una modista que vive en otra habitación del edificio. Ha venido a pedir que le ayuden a encender nuevamente su vela, que se le ha apagado. Sale, pero regresa en seguida porque ha olvidado su llave. En ese momento, ambas luces se apagan y en la oscuridad deben buscar la llave. Rodolfo, deseoso de pasar tiempo con Mimì, encuentra la llave y se la guarda en el bolsillo, fingiendo inocencia. Cuando sus manos tropiezan, ambos aprovechan la ocasión para contar la historia de sus vidas: él interpreta Che gelida manina / "Qué manita más fría" y ella, Sì, mi chiamano Mimi / "Sí, me llaman Mimí". Son interrumpidos por las voces de los amigos, impacientes, que han venido a buscar a Rodolfo, pero mientras él sugiere quedarse en casa con Mimì, ella decide acompañarlo. Mientras se van, cantan su amor recién encontrado (dúo: O soave fanciulla / "¡Oh! Dulce muchacha".

Acto II

Barrio Latino
En las calles hay una gran multitud, junto con niños, que se divierte mientras los vendedores callejeros vociferan sus productos (coro: Aranci, datteri! Caldi i marroni! / "¡Naranjas, dátiles! ¡Castañas calientes!"). Aparecen los amigos, animados con alegría; Rodolfo le compra a Mimì un sombrero. Los parisinos cotillean con sus amigos y regatean con los vendedores; los niños de las calles claman por ver las mercancías de Parpignol, el juguetero. Los amigos entran en el Café Momus.
Mientras los hombres y Mimì beben y comen en el café, aparece Musetta, ex de Marcello, acompañada de su rico (y envejecido) admirador, ministro del gobierno, Alcindoro, a quien ella trata como si fuera un perrillo faldero. Queda claro que se ha cansado de él. Ella intenta de varias maneras llamar la atención de Marcello, y lo logra cantando una sensual aria dedicada fingidamente a su nuevo amante, que hace las delicias de los parisinos y avergüenza a su patrón (vals de Musetta: Quando m'en vò / "Cuando voy"). Pronto Marcello arde de celos. Para librarse un poco de Alcindoro, Musetta finge un dolor en un pie, por culpa del zapato que le aprieta demasiado, y hace que Alcindoro vaya a buscarle un nuevo par. Durante la confusión que sigue, Musetta aprovecha para reunirse con su amado Marcello y se reconcilian.
Cuando los bohemios deciden pagar la cuenta para marchar, encuentran que Schaunard no tiene suficiente dinero, y siguiendo una sugerencia de Musetta, deciden cargar la cuenta a Alcindoro. Soldados desfilan en la calle, y aprovechando la confusión, Marcello y Colline llevan a Mussetta en brazos y huyen, bajo la risa cómplice de los espectadores. Cuando se han ido todos, Alcindoro llega con el par de zapatos buscando a Musetta. El camarero le entrega la cuenta, y, horrorizado por el importe, Alcindoro se hunde en una silla.

Acto III

En la aduana de Enfer
Los vendedores ambulantes pasan la barrera y entran en la ciudad. Entre ellos está Mimí, tosiendo violentamente. Intenta encontrar a Marcello, quien vive en una pequeña taberna cercana donde él pinta anuncios para el tabernero. Ella le cuenta lo difícil que se ha vuelto la vida con Rodolfo, que ha abandonado la casa la noche anterior (aria: O buon Marcello, aiuto! / "¡Oh! ¡Marcello, ayuda!"). Marcello le cuenta que Rodolfo está durmiendo en una taberna donde él también vive. Rodolfo, que acaba de despertar y busca a Marcello, entra en escena. Mimí rápidamente se oculta y oye a Rodolfo decirle primero a Marcello que ha abandonado a Mimí debido a que es demasiado coqueta con otros hombres, pero luego confiesa que él tiene miedo de que ella esté consumiéndose lentamente por una enfermedad mortal (muy probablemente tuberculosis, conocida por la palabra comodín "consunción" en el siglo XIX). Rodolfo, en su pobreza, poco puede hacer por ayudar a Mimì y decidió fingir no amarla más para que ésta se olvide de él y se vaya a vivir con otro hombre que pueda proporcionarle un modo de vida más confortable (¡Mimí e tanto malata! / "¡Mimí está tan enferma!"). Marcello, preocupado por Mimí intenta hacerle callar, pero ella ya lo ha escuchado todo y se descubre a sí misma cuando tose violentamente. Marcello les deja para volver con Musetta. Rodolfo y Mimì cantan a su amor perdido. Planean separarse amistosamente (Mimí: Donde lieta usci / "Donde felíz salí"), pero su amor mutuo es demasiado fuerte. Llegan a un compromiso: deciden permanecer juntos hasta que llegue la estación de las flores, la primavera, cuando el mundo revive de nuevo y nadie se siente verdaderamente solo. Mientras tanto, Marcello se ha unido con Musetta, y en la distancia se escucha su feroz discusión: un contrapunto antitético a la reconciliación de la otra pareja (cuarteto de Mimì, Rodolfo, Musetta, Marcello: Addio dolce svegliare alla mattina! / "Adiós, dulces despertares por la mañana!").

Acto IV

Nuevamente en la buhardilla
Marcello y Rodolfo parecen trabajar, aunque están principalmente lamentándose por la pérdida de sus respectivas amadas (dúo: ¡O Mimì!, ¡Tu più non torni! / "¡Oh Mimí! ¡No regresarás!"). Schaunard y Colline entran con una cena muy frugal, que consiste de algo de pan y un arenque, y los cuatro parodian un delicioso banquete, cantando y bailando (Gavota!). Musetta entra alarmada con noticias: Mimì, que aceptó a un vizconde después de dejar a Rodolfo en la primavera, ha dejado a su protector. Musetta la ha encontrado vagando por las calles, muy debilitada por su enfermedad, y se la ha traído consigo a la buhardilla. Todos ayudan a la chica, demacrada y pálida, a sentarse en una silla. Preocupados, Musetta y Marcello salen de la habitación para vender las joyas de ella y así comprar algunas medicinas, y Colline sale para empañar su abrigo (Vecchia zimarra, senti / "Viejo abrigo, escucha"). Schaunard, instado por Colline, se marcha calladamente para dejar a Mimì y Rodolfo tiempo juntos. Solos, Rodolfo y Mimí, recuerdan sus tiempos felices (dúo de Mimì y Rodolfo: Sono andati? / "¿Se han ido?"). Recuerdan su primer encuentro —las velas, la llave perdida— y, para placer de Mimì, Rodolfo le entrega el sombrerito rosa que él le compró a ella y que ha conservado como un recuerdo de su amor. Regresan todos, con un manguito como regalo para calentar las manos de Mimì y alguna medicina. Le dicen a Rodolfo que han llamado al médico. Se postran a los pies de la cama, Musetta reza una plegaria, y Mimí, inadvertidamente, queda inconsciente. Mientras Musetta reza, Mimì muere. Schaunard descubre a Mimì sin vida. Rodolfo cae en la cuenta y grita ¡Mimí...! ¡Mimí...! angustiado, y llora sin poder contenerse

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